Feminismo de garrafón. Atrio.org LXXXVI
Desde Atrio.org le pueden acusar de psicópata por atreverse a hacer afirmaciones como la siguiente, hablando de mujeres: La historia no tiene vuelta atrás, es lo que ha sido y nadie la podrá cambiar jamás. Enfermizo ¿no? Morbo extremo. Lo que le va a ese foro que hace del linchamiento y del ataque a la Iglesia su razón de ser, es el peloteo a las mujeres porque son un grupo emergente. Tampoco de gratis. Cuando no era un lobby, ni se acordaban de ellas más que para algunos chascarrillos.
Temas de actualidad: discriminación milenaria de las mujeres y abuso de la madre tierra. Tarí marí: que si la mujer ha sido ninguneada a lo largo de la historia, que si la madre tierra de Leonardo Boff-e, está que hace puf. Teología de la matriz llamarán a eso no tardando mucho. No les daremos ideas que se pasan la vida pergeñando titulares.
El peloteo se baila así (como el chiqui chiqui): las mujeres son iguales o mejores que los hombres; son tan inteligentes o más que los hombres. Son muletillas habituales cuando ciertos hombres peloteros quieren aparentar que están encantados de haber conocido de pronto a tantas mujeres listas muy listas. Obsérvese el “o mejores” y el “o más”. ¿No quedamos en que el pelotero era el escarabajo? Pues parece que hay otros animales peloteros.
Desde hace ya años que venimos escuchando en España eso de que hay más mujeres universitarias que hombres. Pero la realidad es que esa misma superioridad no termina de trasladarse a los diferentes ámbitos de la vida social, laboral, económica. Como curiosidad suele haber más presencia femenina en los partidos políticos que suelen aupar mujeres a puestos de responsabilidad, en los cuales y por haber accedido a través de un mecanismo de cuota el resultado deja mucho que desear y en demasiadas ocasiones el balance es un flaco favor a la causa femenil.
Ningún barco varado en la tierra de nadie de lo que pudo haber sido y no fue conseguirá nunca surcar los mares de la vida. Es cansino, aburrido y descorazonador el lloriqueo sobre el pasado y ya toca dar trigo en el presente. Que las mujeres hayan ocupado durante milenios un papel secundario no es como para despacharlo con simplezas referidas a los esquemas tópicos sobre el machismo y otras etiquetas de parecido jaez. La vida es breve y no se puede desperdiciar con lloriqueos sobre lo malos que fueron los hombres en el pasado. La historia no tiene vuelta atrás, es lo que ha sido y nadie la podrá cambiar jamás. El presente es ahora, sobran quejas de niñas lloronas. Con demasiada frecuencia las mujeres que destacan en alguna faceta social, científica, política, literaria, etc., llevan a esos ámbitos el mismo runrún y no somos pocos quienes estamos ya hartos de lo único y hemos renunciado, por ejemplo, a leer libros que nos cuenten la misma cosa, mil veces sabida, repetida y restregada, por activa y por pasiva.
La historia fue tal que así, ¿nos dedicamos a analizar el pasado con parámetros del presente para condenarlo? Las leyes se aplican a partir de su entrada en vigor, no con efecto retroactivo. Se acabó el tiempo de las excusas: pongan en marcha proyectos, investiguen, escriban, dirijan, creen … Cuando uno se encuentra con una persona que destaca en cualquier faceta de la vida, se quita el sombrero, aprende de ella y le procura el reconocimiento debido, da igual que sea mujer u hombre. Aburre por el contrario escuchar tanta cháchara reiterativa sobre la marginación secular de la mujer y bla, bla,bla. ¿Ponerse la venda antes de que llegue la herida?
No sólo los expertos (antropólogos, psicólogos, sociólogos, etc.), cualquier persona sin prejuicios ni sumida en ninguna estrategia de la confusión, sería capaz de explicar de manera sencilla el porqué de los comportamientos y el devenir de la historia sin tener que acudir a chivos expiatorios. En un mundo envenenado por el eufemismo, extraviado por los oxímoron, atenazado por la manipulación y el relativismo ciego, las ideologías denominadas de liberación no hacen otra cosa que extender el deseo de saldar cuentas hacia atrás y anatematizar al prójimo cargándolo con las culpas de todo lo ocurrido a lo largo de la historia. Intereses de la agitación y propaganda bastardas. Así, algo que es de cajón se ha vuelto complicadísimo de explicar y sobre todo de entender por mentes hipercríticas pero escasamente racionales. Manejar esquemas de todo a cien es la mejor garantía para no enterarse de la realidad y seguir con la estrategia de la culpabilización del prójimo.
Efectivamente buscar culpas en el pasado, obviando las explicaciones del sentido común, no es sino una torpeza de quienes tienen en sus manos el presente que es lo único susceptible de mejora. La historia de la humanidad es la crónica de este despropósito: unos humanos siempre culpabilizando a otros de hechos de los cuales no son sino sujetos pacientes. Todo sea por las estrategias de la tensión.
Es bien simple, atridas; a modo de resumen:
- Lo que ha ocurrido durante milenios con respecto, entre otras cosas, a las relaciones hombres-mujeres no es previsible que desaparezca en dos tardes. Suponer que los últimos 50 ó 100 años pesan más que los milenios anteriores ya son ganas de hacer piruetas en la cuerda floja.
- El reparto de papeles y la diferenciación que ha operado desde el origen de los tiempos no cabe interpretarlos sino en términos de inteligencia de madre natura.
- En ese contexto están de más la culpabilización y las piedras. Culpabilizar a cualquier persona por hechos del pasado remoto aplicándole los criterios de interpretación de la realidad actuales es un error, un disloque impropio de una persona evolucionada y con la suficiente inteligencia emocional.
- Hay que tener muy mala fe o estar cosido de feminismo extremo (la cara “B” del machismo) para interpretar la metáfora niña llorona (o niño llorón que también los hay, ¿quién no lo ha sido alguna vez?) como trivialización del maltrato femenino o de género. La mayoría de las personas, principalmente maestros, padres, educadores, pero también el común de los mortales, conoce bien el sentido (incluso pedagógico) que encierra esa expresión, salvo los que pretenden llevar a su molino toda agua, previamente enturbiada.
- No basta con cambiarle el nombre a cosas para que dejen de operar los arquetipos internos.
- ¿Quiere eso decir que abogo por la supremacía del macho sádico sobre la pobre víctima mujer? Ese es el discurso del feminismo radical, no el mío.
- Y por último, atridas o atreides, ¿quiere decir que hablo en contra de las mujeres? Negativo, nen; hablo a favor de la racionalidad y en contra de los escarabajos peloteros. ¿Se entiende?
Miguel González