Ese foro enamorado de la luna. Atrio XIX
Repiten en Atrio.org que están siempre con las víctimas, pero no aclaran a quienes consideran ellos víctimas ni de qué. Como siempre hay que tomar con pinzas las afirmaciones de estos grupúsculos de adolescentes eternos. Todas tienen trampa. Para intentar aparentar que están con las víctimas que claramente dejan a su desgracia, utilizan un procedimiento muy “progre” que consiste en demonizar a las víctimas haciéndolas pasar por culpables. Ejemplos hay para parar un tren. Como en el espinoso asunto del aborto no pueden convertir al nasciturus en violento verdugo entonces se sacan de la manga eso tan espurio que ellos llaman con frase rimbombante “los derechos sexuales y reproductivos de la mujer”. Licencia para matar, en román paladino, que algunos teólogos (ideólogos más bien) de la órbita atriera pretenden fundamentar teológicamente y todo. Sin vergüenza pero con mucha osadía.
¿Estamos ante dos formas de ver la Iglesia? Eso ya no cuela. Estamos ante unos pirómanos que sólo pretenden quemarlo todo, derribar el edificio y esperar a echarse unas risas ante sus ruinas. No hay ninguna otra intención, salvo en las poquitas excepciones que confirman la regla. Pero aún en estos casos su candidez es pareja a su inconsciencia. Y el infierno está empedrado de buenas intenciones. Porque de dos concepciones de Iglesia totalmente enfrentadas, con el desprecio absoluto y el insulto constante para quienes tienen la misión de dirigir sus destinos es difícil salvar los muebles. En la práctica pretenden convertir a la Iglesia en un batiburrillo de ocurrencias, experimentos supuestamente avanzados, elucubraciones espurias, algunas netamente anticristianas, con el señuelo, el birlibirloque, la triquiñuela y la cháchara insustancial de los “signos de los tiempos” y la actualización del mensaje que encubre otras intenciones inconfesadas, coincidentes con los planes de ciertas malas compañías.
Personalmente no tengo ninguna duda de que se prestan a la campaña de acoso y derribo contra los dirigentes eclesiales. No hay más que leerlos un minuto para ver qué leitmotiv les inspira.
Una de las puntas de lanza que manejan estos angelitos del infierno es esa frase ocurrente de un teólogo de la liberación (por la vía del totalitarismo): “Jesús predicó el reino de Dios y en su lugar vino la Iglesia”. Con ese latiguillo tienen para años. Y otro latiguillo que se compadece mal con el anterior pero que ellos utilizan sin despeinarse es ese de “otra iglesia es posible”. ¿En qué quedamos? No se aclaran salvo en lo sustancial: no quieren otra Iglesia sino derribar la que hay. Les estorba para seguir su camino hacia un mundo mejor: el Gulag soviético.
Miguel González