Ni tanto ni tan calvo o la ley del péndulo. Atrio.org CII

Publicado en por Miguel González

Eufemismos, oxímoron, antítesis. Los saltimbanquis utilizan el lenguaje de los poetas pero patinan porque la poesía tiene una función balsámica y regeneradora mientras que la mentira es corrosiva y provoca  desprecio. La voz bronca les delata.

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Son amigos de retóricas para no llamar a las cosas por su verdadero nombre. Llaman  visión abierta a aceptar el aborto. La mendacidad tampoco tiene límites.  Aceptar la eliminación de un inocente es una canallada que no tiene nada que ven con la apertura de mente. La progresía andante siempre se ahorca con su propia soga.

 

Suelen pasar de un extremo al otro, de bandazo en bandazo hacia el descalabro final. Hace 50 años expulsaban a los homosexuales de los partidos de izquierdas y ahora, estos mismos, pretenden ponerlos de modelos de no sé qué orgullo. ¿Qué ha ocurrido entre medias? Que los homosexuales se han convertido en lobby feroz gay y tienen fuerza. Detrás de cada medida de la izquierda siempre hay una contrapartida en votos. De otro modo no mueven un dedo. ¿Votas? Entonces tienes posibilidades de que me ocupe de ti o al menos lo aparente; ¿no votas? Olvídame. Ese es el resumen de la ética de las izquierdas.

 

Pues bien: pasaron de perseguir (todavía hoy se ajusticia a los homosexuales) a ensalzar. Y como la izquierda es una máquina de fabricar mentiras y mitos, ahora nos venden la burra coja de que los homosexuales no sólo hay que respetarlos (que en eso estamos todos de acuerdo) sino que hay que proponerlos como modelo a la sociedad. Otra forma de relación, dicen estos saltimbanquis de la pradera. Y por eso hablan, en clara deserción de la racionalidad, de matrimonio homosexual.

 

La ley del péndulo. Si el aborto tiene una función netamente de control de la natalidad, ¿qué hacen estos milindunguis preocupados por el control demográfico? No es eso: defienden el derecho a matar de las féminas, para defender a las cuales se les va la mano y perpetran otro pendulazo: son más inteligentes que el hombre, dicen en su baboseo cotidiano.

 

¿Y estos merecen algún respeto? Vamos quita, moscovita.

 

Miguel González

 

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J
<br /> <br /> La complicidad llega hasta la utilización torticera de maneras de argumentar impropias de gente con sensibilidad espiritual. Mienten, pervierten el lenguaje y se malogran con argumentos propios<br /> de analfabetos.<br /> <br /> <br /> <br />
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M
<br /> <br /> Es una forma de hacer el ridículo como otra. <br /> <br /> <br /> <br />
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