La voz de su amo. Atrio.org LX
Juan José Tamayo se define como teólogo, es decir entendido en las cosas de la religión (lo de en las cosas de Dios ya es más aventurado afirmarlo, por lo que lo obviaré). Hoy escribe en una de sus atalayas habituales, Atrio.org, un capítulo más de sus diatribas en contra de la Iglesia a la que odia, contra la que despotrica porque, quien paga manda, y quien paga necesita que no haya ninguna instancia moral que le haga contrapeso para así poder perpetrar barbaridad tras barbaridad, liberticidio tras liberticidio y animalada tras animalada.
Por lo tanto, Tamayo es un teólogo que dice otras cosas diferentes a aquellas para las que fue formado y además desde una cátedra que no tiene ninguna ligazón con la Iglesia, religión desde la que se puede enseñar teología católica, lo demás son artificios de la agitación y propaganda. Curioso proceder de quienes, dóciles y serviles critican a la Iglesia por servil mientras se arrastran por el suelo por unas cebollas. Esa es la verdadera motivación de sesudos “análisis” como el de hoy de Juan José Tamayo, a cuenta de los datos del CIS (otro que tal mea). Eso sí que es un tamayazo. ¡Qué tiempos aquellos en los que uno veía personas decentes y respetables cuando en realidad se trataba de unos titiriteros! Uno también ha sido joven, qué duda cabe, y pardillo que se dejaba emocionar por la palabrería de sujetos sin escrúpulos.
Hace Tamayo un análisis de la práctica religiosa y llega a la conclusión de que ha decaído notablemente. Lo que no dice es que esto ha sido posible, entre otras causas, gracias a las acciones y palabras de sujetos como él que han contribuido a que los valores espirituales y humanos hayan sido ninguneados por unos energúmenos ayunos de positividad alguna a los cuales energúmenos sirven personajes como Tamayo y compañía. Las quejas, al maestro armero. Dice el osado sin gracia, Tamayo que la culpa es de la Iglesia por no acercarse a la modernidad, y el resto de retahílas del argumentario de campaña al uso, es decir, por mantenerse en los valores y no transigir ante salvajadas como el aborto que, según este sujeto desparpajoso, es lo que la sociedad demanda. Blanco y en botella.
Es hora de combatir a todos estos saltimbanquis que no tienen nada que ver con la Iglesia y que utilizan su verborrea y su posición de ex teólogos y ex ministros de la Iglesia para dar patadas contra una institución que defiende los valores y los derechos de los más indefensos, cosa que estos energúmenos se dedican a patear día sí y día también a beneficio de la voz de su amo. Para más INRI usan con desvergüenza el mensaje evangélico y se erigen como expendedores de carnés de verdaderos seguidores de Jesús.
Menos lobos, caperucitos y caperucitas.
Miguel González