Independencia. Atrio XVII

Publicado en por Miguel González

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Era el grito de guerra de un grupo no muy numeroso de jóvenes revoltosos e independentistas hace ya casi treinta años, si mi memoria histórica no me falla, en un pueblo del interior de la Comunidad Valenciana (que algunos, incurriendo en descerebre histórico, llaman "país valencià)". Los cristianos “fetén”, los luchadores pertenecientes al movimiento obrero desde grupos perfectamente incardinados en la Iglesia,  cristianos de base, comunidades cristianas populares y demás verborrea para cazar incautos, teníamos que estar atentos al nacimiento de cada nuevo verso que apuntara a la “liberación del pueblo”, en expresión que por entonces nos excitaba y hoy nos sonroja. Nadie como ellos en la lucha.

 

Y allí estábamos una representación de cristianos  obreros que entonces apellidábamos revolucionarios donde hoy se llaman sólo progresistas,  observando a aquellos luchadores (hoy pardillos), auspiciados y subvencionados por el independentismo vecino catalán para mayor gloria de su agitación y propaganda. Nosotros creíamos que apoyábamos la instauración del reino de Dios mientras que ellos alimentaban la maquinaria de la extorsión y el chantaje que les ha permitido, no sólo conservar el poder en su territorio durante todos los años de democracia,  sino merced a una suerte de complejo ante los nacionalistas periféricos, tener la suficiente fuerza como para chantajear al resto de españoles hasta el punto de mantener en vilo al estado mismo con sus agresiones a la constitución y por ende a todos los españoles,  rebajados en los últimos tiempos a la categoría de ciudadanos de segunda.

 

Eso fuimos. Eso siguen siendo algunos. ¡Vamos ya, todavía!, repiten orgullosos. Lo que falta esclarecer (si bien no hay que estar muy tocado de la facultad de la adivinación para llegar al intríngulis del busilis) es el motivo por el cual a través de una cadena de amiguismos espurios se permanece en el error durante 30 años con la coartada de la pureza del cristianismo primitivo.

 

Tener la experiencia de los dos frentes del combate procura mucha más perspectiva para enjuiciar los hechos, para extraer conclusiones: ver, juzgar, actuar, en lenguaje militante de entonces. Y concluir (en deducción lógica de hoy): no es oro todo lo que reluce y muchas alternativas no son más que espejismos ad maiorem gloriam satanae. Y dicen que la Iglesia es lenta en sus cambios. ¡Algunos prefieren estar en la vanguardia del error! Prefiero a la Iglesia lenta, lerda, torpe que a estos saltimbanquis que están prestos para dejarse llevar por todos los desvaríos de última hora. Pero no siempre fue así y ahí está la eficaz propaganda progre que no me dejará mentir.

 

Los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz. Sin complejos: la progresía andante, cristiana o pagana,  no es más que humo en tus ojos.

 

Miguel González

 

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L
<br /> <br /> Me siento reflejada en muchas cosas que cuentas, Miguel. Por cierto, ¿dónde funciona una comunidad de base de esas de las que hablan estos? Cuanto cuento y cuanto cuento, Señor.<br /> <br /> <br /> <br />
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L
<br /> <br /> Hola Miguel:<br /> <br /> <br />  <br /> <br /> <br /> Cómo me identifico contigo en todo lo que  leo. Yo también me dejé seducir por el canto de sirena que dices. ¿Quién a los 15 años no dejó su cuerpo abrazar? Cantaba mi paisana Mari Trini.<br /> Quién en su juventud, plena de buenos deseos no quiere cambiar el mundo?  Con la distancia que da la edad una se va dando cuenta que junto a quienes quieren cambiar el mundo están quienes<br /> quieren cambiar su situación y se aprovechan de los jóvenes.  Pero es que además las cosas no son tan fáciles y eso de querer salir de Gautemala para caer en guatepeor es una realidad.<br /> <br /> <br /> En cuanto al feminismo  coincido también contigo: el feminismo radical ha hecho más daño a la mujer que todo lo que critican.<br /> <br /> <br /> Un abrazo y mi solidaridad contigo.<br /> <br /> <br /> <br />
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