Es la consigna que emana hoy de Atrio.org que sigue con su campaña de acoso y derribo a la Iglesia. Practican un extraño ecumenismo de otro corte: muerto el perro, se acabó la rabia.
Sin pudor alguno expresan sus auténticos objetivos: destruir la Iglesia y el resto de religiones porque según Gianni Vattimo que es otro aficionado a los oxímoron y se declara cristiano ateo, “ha llegado la hora de que las personas religiosas se alcen contra las religiones”. Que es como decir que ha llegado la hora de que las personas que creen en la medicina destruyan los hospitales. Por seguir con la lógica del descerebre.
Hay dos interpretaciones posibles para tanta memez: una es que la mayoría de estos sujetos han sido llamados al orden (además del sacerdotal, al doctrinal) y apartados de sus puestos porque predicaban doctrinas diferentes y aun contrarias a las ideas de la casa. Sí, ellos se dedicaban a contar cuentecitos tipo Código da Vinci y Ágora y demás alegatos contra los cristianos, en vez de predicar el evangelio según habían aprendido y de acuerdo a las directrices de los responsables de la Iglesia que son quienes tienen que marcarlas. Como han sido apartados de sus puestos ahora están rezongones y se dan a la prácticas del odio y el revanchismo. Algunos se han hinchado de vanidad y hasta se creen puros y rectos. Pero que nadie se llame a engaño, su objetivo es: una Iglesia, un solar.
La otra explicación es conciliar. Estos individuos tomaron el rábano del Vaticano II por las hojas del marxismo y estos son los brotes verdes que recogieron, aunque rancios ya y ajados. Ahí aprendieron la práctica del tontismo útil y luego ya se ve que les gustó y ahora ya lo practican de capirote y por propia voluntad.
Y para quienes creían que estos luchaban por “otra iglesia posible”, que se retiren ya esa venda; van a derruirla que es su objetivo máximo. Es que sus amigos los cuentacuentos necesitan ocupar todos los espacios de opinión, de decisión y de influencia para medrar ellos y seguir con la instrucción en materias tales como ocurrencias, salvajadas, esperpentos, oxímoron varios y demás mentiras que es el caldo de cultivo donde florecen las llamadas ideas progresistas, corrupción del lenguaje incluida.
Y otro día les contaré lo que aprendí siendo muy joven, nada más ingresar en un grupo organizado dentro de la Iglesia pero que van por libre y están en esta guerra de eliminación de la Iglesia, ver, juzgar y actuar mediante. Un grupo de esos que ellos llaman en su jerga “de base”. Ya les adelanto dos palabras. Lo primero que aprendí es a blasfemar. No parecería el sitio más indicado pero así fue. Sí, el mundo obrero es un mundo áspero y había que demostrar que se era muy rudo y tal. Lo malo se adhiere con suma facilidad y al minuto ya estabas soltando algún "palabro". Era señal de integración en el grupo.
Y lo segundo a tomar la comunión con una mano mientras con la otra agarraba el cigarrillo humeante. Y no importa si cinco minutos antes habías estado comiendo una fritanga de pescado, pongo por caso. Y luego les contaré el modus operandi habitual de grupos similares que no es otro que el que emplean los enemigos más acérrimos de la Iglesia: desprecio y descrédito de los dirigentes y desmontaje del grueso de creencias para una vez desguazado el andamiaje del edificio, sustituirlo por jueguecitos de palabras, ocurrencias, rumores, leyendas negras y mucha formación marxista; y así el adepto, desactivadas sus propias creencias, seguro que más decentes que las que recibe, está listo para lo que se tercie. Pero eso será otro día.
No van de broma, no.
Miguel González
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